Quevedo, Baudelaire o Navokov ejercieron la traducción literaria, compatibilizándola así junto con su destacada labor creativa.
El deber de un traductor literario es acercarse lo más posible al propósito inicial del autor. Para ello es preciso que incluya aquellos elementos lingüísticos presentes en el texto original. Mientras que un traductor jurado debe ser fiel a la transcripción literal del documento solicitado, en la traducción literaria hace falta poseer una particular capacidad lingüística y cultural. Y, ¿quién mejor que un escritor para llevar a cabo tal misión?
Quevedo, Baudelaire o Navokov son algunos de los escritores que dedicaron parte de su tiempo a la traducción literaria de textos ajenos. En algunos casos, su creatividad entró en conflicto con la intención original del autor y fueron criticados por aderezar el texto con aportaciones de su propia cosecha. Algo impensable en traductores jurados como nosotros. Aunque claro, su clientela era también bastante diferente a la nuestra.
5 escritores famosos que realizaron traducciones literarias:
- Francisco de Quevedo (1580-1645).
Prolífico escritor del Siglo de Oro español, tanto en prosa como en verso, que ha pasado a la historia por su gran calidad literaria y singular mala leche. Si alguien le caía mal dirigía sus acerados versos contra el desgraciado de turno. Que se lo digan a Góngora.
Pero menos conocida ha sido su faceta de traductor literario. Ejerció de lector crítico de traducciones, editor y traductor de un corpus nada desdeñable de obras. Tanto en griego como en latín. Como su Anacreón castellano con paráfrasis y comentarios, Las Sentencias de Pseduo-Focílides, Vida de Bruto,de Plutarco, o Epigramas,de Marcial.
Aunque se le acusó de negligencia y poca literalidad de los textos, lo cierto que es que alternó traducciones literales con otras que no lo eran tanto. En su época se le acusó de no saber griego y en los siglos posteriores analizaron sus traducciones olvidándose de algo muy importante: tener en cuenta el contexto en el que se realizaron.
- Charles Baudelaire (1821-1867).
Destacado poeta, ensayista, crítico de arte y, lo que en este caso más importa, traductor literario. Su vida plagada de excesos y cultura bohemia le aseguraron un puesto de honor entre los poetas malditos franceses del siglo XIX.
Al igual que Julio Cortázar, era un entusiasta seguidor del célebre escritor norteamericano Edgar Allan Poe. El apasionado análisis de sus obras le permitió captar el espíritu e intención del atormentado escritor y realizar una de las más fieles traducciones literarias que se han hecho de ellas.
- Mark Twain (1835-1910).
Su verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens, pero usaba el alias de Mark Twain, una expresión típica del Misisipi cuyo significado es dos brazadas de profundidad, el calado mínimo para que los barcos naveguen por este río. El trabajar un tiempo como piloto de estos barcos le puso en bandeja el seudónimo por el que pasaría a la historia.
Escritor, orador e incluso humorista norteamericano. Como reportero escribió la historia satírica La célebre rana saltarina del condado de las Calaveras(1865). Su éxito le hizo muy popular a nivel nacional. Si lo metemos aquí como traductor literario es por lo que hizo tras leer la traducción al francés de dicha obra.
Descontento con ella, volvió a traducir el cuento al inglés, referenciando literalmente la mediocre versión francófona. Posteriormente sacó una obra titulada La rana saltarina: En inglés, luego en francés, y luego recuperada una vez más para una lengua civilizada merced a una labor paciente y no remunerada. Un verdadero crack. Aquí puedes leer un extracto de la versión original.
- Boris Vian (1920-1959).
Novelista, poeta, dramaturgo, periodista, ingeniero, músico de jazz y traductor francés. Igualito que el resto de los mortales, vamos. Sus obras más conocidas son La espuma de los días y El desertor. Por cierto, que uno de sus relatos, El Lobo-Hombre, inspiró la famosísima canción ochentera de La Unión, Lobo Hombre en París.
Trabajó varios años en la traducción literaria como medio de subsistencia. Tradujo principalmente al francés novelas negras americanas, pues era muy popular en Francia la cultura del país del Tío Sam tras la Segunda Guerra Mundial.
Bajo el heterónimo de Vernon Sullivan, supuesto escritor negro norteamericano, publicó varias obras, como Escupiré sobre vuestra tumba, en la que aparece él de traductor. Con el tiempo se descubrió el pastel tras años de juicios entre Vian y su editor. Encima tuvo que pagar 100.000 francos por ultraje a las buenas costumbres debido a la alta carga de violencia y sexo de dichos escritos.
- Vladimir Navokov (1899-1977).
Sin llegar al nivel de Vian, tampoco anda mal este ruso nacionalizado estadounidense y suizo: escritor, entomólogo, profesor y traductor. Incluso creó problemas de ajedrez por los que fue muy reconocido.
Aunque sus primeros escritos fueron en ruso, la fama le llegó con el bombazo literario de Lolita (1955). La polémica historia de un hombre de mediana edad que se enamora y mantiene una relación con una niña de doce años. Ideal para publicarla en estos tiempos que corren…
Como traductor, Nabokov era firme defensor de la exactitud entre el texto original y el transcrito a otro idioma. Para él, una traducción literal mediocre era más útil que la paráfrasis más hermosa. Prefería traducir el mismo sus obras del inglés al ruso y viceversa. No obstante, su traducción al inglés de la obra de Aleksandr Pushkin, Eugenio Oneguin, aunque precisa, ha sido muy discutida.
También te puede interesar: